🔵 El amor está en la conducta
Cómo entender las relaciones de pareja sin caer en los cuentos de Disney
Ah, el amor. Ese tema clásico cuando llegan los días fríos, las películas bajo la manta, y sí, hasta la Navidad. Aunque, entre nosotros, la relación entre Navidad y amor siempre nos ha parecido un poco... ¿cómo decirlo? Cuestionable.
Pero bueno, vamos al grano.
Se han escrito miles de canciones y de novelas sobre el amor. Hay muchísimas teorías y todas reivindican el concepto del amor, es decir, plantean que el amor es algo real, no solamente un constructo (como nos gusta esta palabra). Sin embargo, el amor como otro tipo de conceptos puede reducirse a una serie de conductas.
Hace 70 años…
Ya en 1953 Skinner dijo:
“Podría considerarse al amor como la tendencia de dos individuos a reforzarse mutuamente, pudiendo dicho refuerzo ser, o no, de tipo sexual”. En este contexto, el amor es visto no como una entidad mística o meramente emocional, sino como un conjunto de conductas que son fortalecidas y mantenidas a través del refuerzo mutuo entre individuos”
Por ejemplo, si una persona muestra afecto y la respuesta de su pareja es positiva, esto refuerza la conducta afectuosa. Así, las conductas que fortalecen la relación tienden a repetirse y fortalecerse. Ambas personas en la relación participan activamente en reforzar las conductas positivas del otro. Este refuerzo puede ser emocional, como expresar amor y aprecio, o puede manifestarse en acciones como hacer cosas que saben que el otro disfruta.
Skinner señala que el refuerzo en una relación amorosa puede ser, pero no necesariamente tiene que ser, de naturaleza sexual. Esto amplía la concepción del amor más allá de la atracción física o sexual, incluyendo otros aspectos como el apoyo emocional, la compatibilidad intelectual, los intereses compartidos, y el cuidado mutuo.
Desde un punto de vista práctico, esta teoría sugiere que el fortalecimiento de una relación amorosa puede lograrse a través del reconocimiento y la promoción de comportamientos que son mutuamente gratificantes. Esto implica una comunicación efectiva y la sensibilidad a las necesidades y deseos del otro.
Esto era Skinner. Ahora, veamos cómo lo interpreta Santiago Benjumea en uno de nuestros cursos. En concreto, cómo traduce a conceptos psicológicos el comienzo y el asentamiento de eso que llamamos amor.
Hoy…
De acuerdo con Benjumea, el inicio de una relación amorosa es un período mágico, casi como si todo estuviera impregnado de purpurina emocional. Esta etapa, conocida por los expertos como "sensibilización de la respuesta", transforma los gestos más mundanos de la pareja en algo comparable a fuegos artificiales emocionales. Por ejemplo, recibir un mensaje de "Buenos días" de esa persona especial puede provocar un entusiasmo desproporcionado, como si fuera un premio de lotería.
Esta sensibilización es una forma de aprendizaje asociativo en la que los estímulos de la pareja adquieren una carga emocional exagerada. Es como si cada detalle, cada palabra, cada encuentro se magnificara a través de una lente de enamoramiento. Esta fase, aunque intensa y emocionante, tiende a ser tan sostenible como un castillo de naipes en medio de un huracán.
Con el tiempo, este enamoramiento puede transformarse en un amor más maduro y menos egocéntrico, donde la gratificación personal da paso a una preocupación genuina por el bienestar de la otra persona. Esto significa que, eventualmente, uno puede encontrarse haciendo cosas como ver una serie que no le gusta solo para hacer feliz a su pareja, una verdadera prueba de amor.
Sin embargo, como en toda buena historia, existe un villano: la habituación. Este fenómeno ocurre cuando la exposición repetida a los mismos estímulos (sí, incluso a esa persona que te hace latir el corazón más rápido) conduce a una disminución en la respuesta emocional. Es como cuando tu canción favorita pierde su encanto después de escucharla por centésima vez. Los mismos abrazos, los mismos besos, y hasta los mismos chistes pueden empezar a sentirse como una repetición de la misma serie de TV en bucle.
Para combatir la habituación y mantener viva la chispa, se recomienda aplicar técnicas como la deshabituación y la recuperación espontánea. La deshabituación implica cambiar la rutina y añadir elementos de sorpresa. Imagina sorprender a tu pareja con un viaje inesperado, algo que rompa la monotonía diaria y haga que ambos se pregunten si están viviendo una novela romántica.
Por otro lado, la recuperación espontánea sugiere una separación temporal, algo así como darle un respiro a la relación. La idea es que al reanudar el contacto, se recupere la sensibilidad hacia el otro y se renueve la emoción. Es un poco como cuando te tomas un descanso de tu postre favorito y, al volver a probarlo, te preguntas cómo has podido vivir sin él.
La sensibilización inicial es un torbellino de emociones intensificadas, un escenario donde todo parece brillar más. Pero, con el tiempo, es importante aplicar estrategias como la deshabituación y la recuperación espontánea para mantener la relación fresca y emocionante.
El fin de la magia
Habrá quien piense que entender así el amor es quitarle todo su atractivo. Para nada. Como recuerda Linda Hayes:
“Skinner señaló que una persona que aprecia la música no la encontrará menos interesante ni menos bella por el hecho de estudiarla con mayor detalle. Por el contrario, esta explicación más exhaustiva mejorará su apreciación de la música”
Lo mismo puede decirse del amor.
Entender el amor desde un enfoque conductista ofrece varias ventajas. A nivel científico, este enfoque proporciona una base concreta para la investigación empírica del amor, al centrarse en conductas y en el desarrollo de medidas para observar y medir la intimidad.
Además, el enfoque conductual evita la reificación, es decir, la consideración de la intimidad como una entidad estática o abstracta. En cambio, se enfoca en los eventos y procesos que constituyen la intimidad, permitiendo un enfoque más dinámico y práctico para comprender la intimidad, en lugar de tratarla como un concepto estático.
Otra ventaja importante del enfoque conductual es su relevancia directa para la terapia de pareja. Al destacar la importancia de los eventos íntimos y la seguridad íntima, proporciona un marco para el desarrollo de intervenciones terapéuticas que enfatizan la facilitación de eventos íntimos dentro de la sesión terapéutica. Esto es crucial para abordar problemas en las relaciones y mejorar la calidad de las mismas.
Y a nivel personal, siempre es útil saber por qué hacemos lo que hacemos, también en la pareja. Entender que la chispa se apaga y es normal, que existen formas de reavivarla, aunque sea por un tiempo… todo eso puede ayudarnos a mejorar nuestra relación.
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Referencias
Cordova, J. V., & Scott, R. L. (2001). Intimacy: A behavioral interpretation. The Behavior Analyst, 24, 75-86.
enGramaPsico, Ψ. (2023). ¿Por qué se pierde la llama del amor? - Santiago Benjumea.
Rosales, R. The language of romantic love. Abainternational.org. https://science.abainternational.org/2019/02/11/the-language-of-romantic-love/
Shaver, P. R., & Mikulincer, M. (2006). A behavioral systems approach to romantic love relationships: Attachment, caregiving, and sex. The new psychology of love, 35-64.
Skinner, B. F. (1953). Science and human behavior. Simon and Schuster.